En el momento en que se comenzó a realizar LA ÚLTIMA CALLE, ya existían tres documentales que mostraban la lucha en contra de un plan urbanístico denominado popularmente “El plan de los ascensores”. Este plan amenazaba con desplazar fuera de sus casas y sin su consentimiento a un gran número de habitantes de la Barceloneta. Todo eso ya había sido o estaba siendo documentando y registrado: las manifestaciones, la rabia y los mensajes políticos que se enviaban desde un grupo de vecinas del barrio hacia la política municipal.
Nosotros, viendo que esa parte de la vida del barrio ya estaba siendo cubierta, quisimos sumar miradas y mostrar otros aspectos de aquellas vecinas que protagonizaban las manifestaciones en contra del “Plan de los Ascensores”. Nos enamoramos de ellas y de su paisaje, nos enamoraban tanto cuando salían con sus pancartas como cuando abrían el portal de sus casas para sacar una silla y tomar un café con leche a la fresca, en la acera de la calle. Observamos que había algo precioso en el hecho de diseñar y proponer actividades desde la calle, de forma colectiva, divertida, con confianza y amistad, aunque también comportara un esfuerzo. Consideramos que el “estar allá y de aquella manera” era una forma de resistencia a las nuevas formas de urbanismo y a la imposición de un modelo de ciudad para Barcelona.
Por eso decidimos escoger la Fiesta Mayor de la Calle Pescadors como eje narrativo de nuestra película. Porque durante la preparación y la celebración de la fiesta Mayor de la Calle Pescadors observábamos una forma de hacer y de relacionarse muy especial, tutelada en gran parte por aquellas mujeres. Así pues, quisimos fotografiar algo tan intangible como el tejido social que mantiene la calle, el carisma, lo que inspira y contagia, su gente, a través de la cual se percibe una forma de vivir muy tierna y humana.
Paseando por el barrio observábamos estos movimientos previos a la fiesta, pero también otras transformaciones sociales y urbanísticas: los cimientos de la construcción de un Hotel Vela que imaginábamos de dimensiones monstruosas. Desgraciadamente y mediante la violación de las Leyes de costa, ya hace tiempo que este hotel viene funcionando. Por el contrario, la Calle Pescadors nos ofrecía una imagen de construcción muy distinta a la del Hotel Vela. Y es que los cimientos de la vida de esta calle no están hechos de la misma pasta.
Desde que empezamos el rodaje hace cinco años han ocurrido muchas cosas, como una campaña llamada irónicamente “Bomba al Hotel Vela”...
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También, gracias a la lucha de las vecinas, junto con la crisis económica que vive España, el Plan de los ascensores quedó congelado.
En medio de la Calle Pescadors, como un corazón, continúa situada la modesta sede de la Asociación de vecinos de l'Òstia y la Plataforma de Afectados de la Barceloneta. Allá, los vecinos y vecinas se reúnen en asamblea, resuelven conflictos y continúan organizando La Fiesta Mayor, protagonista de nuestro Documental. Desde entonces, dos de las entrañables vecinas y activistas que aparecen en el documental nos han dejado: Emilia y Marga. Ellas y sus prácticas vecinales ya son un referente.
La Òstia y la Plataforma continúan afrontando retos cotidianamente. Entre sus nuevos retos está recuperar el Siglo XX, una cooperativa abandonada del barrio para que sea gestionada por los vecinos y vecinas de la Barceloneta, desde sus propias necesidades.
Y también luchar contra la Reforma del Puerto Viejo. Una reforma que ya está en marcha y que se ha implantado sin ningún tipo de consulta vecinal o evaluación sobre su impacto social en el barrio.
Esta reforma pretende convertir el histórico Puerto Viejo, con su Muelle de pescadores, en un espacio privatizado y exclusivo para las élites mundiales de millonarios.
Nuestro documental es una fotografía más y diferente a las ya existentes de una historia colectiva, hecho con mucho amor y complicidad. Es un granito más de arena de playa sobre tanto cemento.
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